jueves, 30 de abril de 2009

JAVIER ORTIZ IN MEMORIAM


Abril es un mes cruel, ya lo dijo TS. Y el que hoy termina nos deja huerfanos del gran Javier Ortiz.
Desde Servir al Pueblo hasta su columna postrera en el diario Público, los trabajos de opinión de Javier nunca me pasaron desapercibidos. Su correción en el uso del lenguaje y aquel manejo certero de la ironía no abundan. Por desgracia.
Confieso que, por oirle, hasta soporte algunas tardes ese despelleje de una tertulia de televisión. Era como encontrarse un Rioja gran reserva en la desolación del kalimotxo.
Esto escribía Javier Ortiz, alla por 1995:

Sueño con Jamaica. Estoy sentado detrás de una mesa negra, rodeado de papeles, delante de una pared de la que cuelgan fotografías de desolación y soledad, entre proyectos de artículos y pilas de opinión que me reclaman. Y estoy volando hacia Jamaica.

En Jamaica, el tiempo no cuenta apenas nada. La gente es tranquila e impuntual, y muy pocos son los que admiten que les impongan una cita: ellos quedan y, al final, aparecen, pero no miran el reloj ni se preocupan por horarios.
Sueño con Jamaica, y en la Jamaica en la que yo sueño nadie se levanta la voz, y el ruido es sólo algarabía callejera, y los policías no dan miedo, aunque asusten un poco con los ruidosos piropos que lanzan a las muchachas que circulan en bicicleta y a las que el aire levanta sus faldas de mil colores.

Tal vez esa Jamaica en la que estoy soñando no exista. Tal vez esto que os estoy contando sea sólo el fruto de películas y carteles de turismo asomados a los escaparates de las agencias de viaje.

Nunca he estado en Jamaica, y es probable que nunca la vea. Me da igual. Mejor que sea así.
Mi Jamaica, esta Jamaica en la que hoy sueño, me vale porque es quimera, porque ocupa el espacio del no-aquí, porque me ayuda a imaginar que podríamos ser otros.

Y sueño, y me voy a Jamaica para mejor sentir mi distancia ante lo que veo: calles grises, gente triste. Y sueño con Jamaica para reclamar de mi más alegría, para pensar que todos podemos romper con todo, que somos capaces de no acudir puntuales a las citas, de reírnos de los estudios sociológicos que explican la muerte, de creer que el porvenir que nos espera no está condenado a ser de por vida un tiempo para el llanto.

Jamaica o muerte. Venceremos.
Agur, Javier, que la tierra de esa Jamaica soñada te sea leve

1 comentario:

TG dijo...

http://audiopoema.blogspot.com/2009/03/el-entierro-de-los-muertos-thomas.html

Toi, hypocrite lecteur, mon semblable, mon frère...