martes, 24 de noviembre de 2009

GRETEL BERGMAN RECUPERA SU RECORD

En 1934 Gretel Bergman era la mejor saltadora de altura de Alemania. Por ello entró en el equipo nacional que iba a competir como anfitrión en los Juegos de 1936.

Llegó a a igualar el record nacional que estaba en 1,60. Pero tras la calificación para el que iba a ser el evento de su vida fue borrada de las listas de participantes por su condición de judía. En su lugar entró Dora Ratjen, que sí era de la raza que Hitler creia superior.

De hecho era un hombre de raza aria, que tras la revelación del engaño pasó a ser conocido como Horst Ratjen.

Las tres medallas de aquellos Juegos se ganaron con la misma altura, 1,60, que Gretel había logrado en visperas de la competición. Horst Ratjen, o Dora, como entonces se la conocía, quedó en cuarto lugar con 1,58.

En 1937 Gretel Bergman huyó del infierno nazi y se estableció en el Queens neoyorkino. Tenía 23 años y una vitalidad indemne, por lo que siguió practicando el deporte que más amaba. Fue campeona estadounidense de altura en 1937 y 1938, además del lanzamiento de peso en 1937. Habían pasado dos años de los Juegos de Berlín cuando se supo que Ratjen había sido apartado del equipo al hacersele un examen concienzudo por un médico que sospechó del bulto de4 sus genitales.

Al estallar la Guerra en 1939 abandonó el deporte para centrarse en los círculos de ayuda mutua entre los judios de Nueva York. Ella destinaba a esa causa parte de su exiguo salario como limpiadora doméstica.

Americanizó su nombre de pila pasando a ser conocida como Margaret. Más tarde al casarse con Bruno Lambert, cuatro años mayor que ella, cambió su apellido según los usos del país de adopción. Los Lambert-Bergman sacaron adelante a sus dos hijos.

Con 95 y 99 años respectivamente, siguen viviendo en Queens. Pero esta semana estaban en una casita que poseen en Jamaica. Allí les ha llegado la noticia de la recuperación de su record aleman, con 73 años de retraso.

A los periodistyas que tocaron a su puerta a las siete de la mañana, Gretel Bergman les dijo que no puede odiar eternamente a los alemanes por los crímenes que sus abuelos cometieron. Por ello, aunque juro no volver nunca al país donde nació, realizó una visita cuando aún no era demasiado mayor para viajar.

Minutos más tarde, cuando los fotografos habían terminado su trabajo se disculpó diciendo: "¿Habeis terminado? Ahora, perdonad a esta viejita que quiera volver a su cama. Aún es muy temprano".